Las mujeres palestinas son privadas de sus derechos a la tierra debido a la ocupación y al patriarcado
Las mujeres palestinas desempeñan un papel fundamental en la producción agrícola. Sin embargo, no pueden ser propietarias de tierra ni participar en las decisiones sobre su tenencia. Su acceso a la propiedad de la tierra no sólo está limitado por las normas sociales y culturales, sino también por la ocupación israelí, que tiene como objetivo acaparar la tierra y los recursos naturales para desmantelar la nación colectiva palestina. Esta estrategia está obligando a los y las palestinas a una situación de inestabilidad permanente en la que no se puede garantizar su derecho a la alimentación y la nutrición. Sin embargo, las mujeres palestinas siguen luchando por sus derechos como mujeres y como palestinas. Protestan colectivamente contra la violencia de género y la ocupación; y a nivel individual, luchan cada día por crear empresas agroalimentarias y conseguir el reconocimiento de sus derechos dentro de la familia y la comunidad. En estas circunstancias, las Directrices de Tenencia pueden proporcionar un marco holístico para la resolución de conflictos en el que los derechos a la tierra estén vinculados a los principios de dignidad humana, no discriminación, equidad, justicia e igualdad de género.
La tierra palestina: objetivo de la ocupación israelí
La parte norte del valle del Jordán, en Cisjordania, se considera el granero de Palestina. El suelo es muy fértil y, durante siglos, los palestinos han vivido de la agricultura, siendo pioneros e innovadores en la producción de alimentos. La agricultura es un pilar de la vida social, económica y cultural palestina. Sin embargo, debido a la ocupación israelí, la comunidad palestina está perdiendo sus tierras y, por tanto, también su fuente de sustento. En 1980, la producción agrícola comprendía el 19% del PIB palestino, pero en 2019 ese porcentaje había descendido al 3,5%. En la actualidad, más del 30% de la población palestina -1,6 millones de personas- no pueden acceder a una alimentación adecuada y nutritiva. En la Franja de Gaza, la inseguridad alimentaria es aún más grave y afecta al 64,4% de la población.
La soberanía alimentaria palestina se ha visto socavada por la ocupación israelí. Mufeeda, una mujer beduina de la comunidad pastoril de al-Farisiyah, en el valle del Jordán, es una de las personas palestinas que se han visto afectadas y sufre continuas intrusiones del ejército israelí en sus tierras. “Los vehículos militares israelíes irrumpieron en la zona por la noche enfocándonos con las luces de los coches. Luego pisaron nuestras camas y ensuciaron la ropa de cama. No podemos dormir por la noche”, explica Mufeeda en este vídeo realizado por la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC). Mufeeda lleva más de 45 años viviendo en al-Farisiyah, pero en 2010, su aldea fue completamente demolida por las fuerzas israelíes, empujando a Mufeeda y a su familia a una situación de inestabilidad permanente. Ahora, los asentamientos y puestos israelíes rodean los asentamientos palestinos donde la comunidad vive en chozas y tiendas de campaña sin acceso a la electricidad ni al agua.
En el valle del Jordán, las fuerzas israelíes realizan operaciones militares a diario. Así han acaparado 7.518 donums (unidad de superficie otomana equivalente a 1.000 metros cuadrados) y han interrumpido la continuidad geográfica del territorio palestino mediante puestos de control y vallas. Ahora, el hijo de Mufeeda no puede llevar sus ovejas a las montañas y no tiene otra opción que apacentarlas en el patio. “Antes, cuando mi padre vivía, solíamos recorrer estas montañas, pero ahora la libertad de movimiento está restringida. La vida se ha vuelto insoportable para nosotros. Vivimos una vida de miseria y humillación”, denuncia Mufeeda.
El proyecto colonial de Israel tiene como objetivos principales la tierra y el espacio palestinos para forzar a la población a desplazarse y acabar así con la nación palestina. La destrucción de viviendas facilita la expropiación israelí de las tierras palestinas. Desde 2009, Israel ha demolido 8.865 estructuras en Cisjordania, de las cuales el 30% son infraestructuras agrícolas y el 26% son viviendas residenciales, según datos ofrecidos por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).
En la Franja de Gaza, la situación es aún peor. El 75% de la población es refugiada o desplazada. Israel ha restringido el acceso de los palestinos a la zona situada entre 300 y 1.000 metros de la valla que separa Gaza y Israel, arrebatando el 29% de las tierras de cultivo en Gaza. Unas 150 pastoras ya no pueden acceder a la zona para apacentar sus rebaños, lo que ha afectado su capacidad para mantener sus medios de vida, ya agravados por el cambio climático. En 2019, 55% de los propietarios de tierras en Gaza no podían acceder a sus tierras y el 74% se enfrentaba a obstáculos importantes para poder trabajar en ellas. Acceder al agua potable es aún más difícil, ya que el 97% de los acuíferos existentes no son aptos para el consumo humano.
El proyecto colonial de Israel tiene como objetivos principales la tierra y el espacio palestinos para forzar a la población a desplazarse y acabar así con la nación palestina