En nombre de la conservación, se violan los derechos humanos y de tenencia consuetudinarios
En Sudáfrica, y en otras regiones del sur global, la conservación de la biodiversidad ha estado durante mucho tiempo íntimamente ligada al colonialismo y la segregación racial. Las comunidades indígenas han sido despojadas de sus tierras ancestrales y de su acceso a los recursos naturales en nombre de la creación de fortalezas de la naturaleza. La justificación de estos desplazamientos forzosos es que los seres humanos constituyen la principal amenaza para la conservación. El fin del apartheid tampoco detuvo del todo estas prácticas conservacionistas. Más bien, en las últimas tres décadas, se ha impuesto un discurso sobre la sostenibilidad y la conservación a nivel mundial que termina conduciendo a nuevas formas de neocolonialismo, como el acaparamiento verde y la mercantilización de la naturaleza. Incluso se han cometido actos de violencia física en nombre de la conservación. Miembros de las comunidades pesqueras de Sudáfrica denuncian que han sido atacados por querer acceder a sus medios de vida. Su soberanía alimentaria está en peligro, así como su cultura y sus sistemas consuetudinarios.
Comunidades pesqueras sufren violencia dentro de un Patrimonio de la Humanidad
La noche del 16 de septiembre de 2020, Celimpilo Mdluli y dos de sus amigos de la comunidad de Nibela estaban pescando en el lago de Santa Lucía, que forma parte del Parque del Humedal de iSimangaliso (IWP) en Sudáfrica, cuando un grupo de guardias del parque los atacó y mató a Celimpilo de un disparo. Los otros dos pescadores consiguieron escapar, uno de ellos con un disparo en el muslo. Catorce meses más tarde, el 12 de noviembre de 2021, cuando la investigación de la muerte de Celimpilo aún estaba pendiente y su familia seguía llorándolo, su hermano fue asesinado por los guardas forestales cuando estaba colocando una red en la orilla del mismo lago. Cuando los miembros de la comunidad de Nibela se reunieron en el lugar de los hechos para averiguar lo ocurrido, no pudieron localizar su cuerpo. El hermano de Celimpilo sigue desaparecido hasta la fecha.
La comunidad Nibela es una comunidad pesquera indígena descendiente del pueblo Thonga, un grupo étnico bantú procedente de Maputaland, el territorio situado en la frontera entre Sudáfrica y Mozambique. Se asentaron en la península de Nibela, adyacente al lago Santa Lucía, antes de que la zona fuera colonizada. Durante siglos, su medio de vida se ha centrado en la pesca: utilizan redes tradicionales, trampas para peces y embarcaciones fabricadas con materiales naturales que encuentran en los alrededores del lago, como el cordel. No fue hasta la década de 1990 cuando empezaron a utilizar nuevas técnicas, como las redes de enmalle de nylon, fomentadas por las autoridades de conservación. A lo largo de su historia, la comunidad ha desarrollado su cultura y sus leyes consuetudinarias en relación con el lago y su tierra ancestral, basándose en un sistema de gestión comunitaria sostenible de acceso y uso de los recursos naturales, como los árboles, los juncos y el agua.
Pero con la llegada del colonialismo, todo cambió. Las autoridades sudafricanas convirtieron gradualmente la zona costera entre el lago de Santa Lucía y la bahía de Kosi en una zona protegida, expulsando por la fuerza a las comunidades tradicionales de sus tierras. La reserva inicial, que era mucho más pequeña que su tamaño actual, se estableció en 1895 tras un drástico descenso de la población de elefantes salvajes debido a la caza profesional. Se convirtió en la primera reserva para la conservación de la naturaleza en Sudáfrica. Durante el apartheid, partes de lo que hoy es el Parque del Humedal de iSimangaliso, como el lago de Santa Lucía, la bahía de Kosi y la Falsa Bahía, fueron declaradas zonas protegidas, cada una con su propia política de gestión.
En 1979, Maputaland (en el extremo norte del parque) y Santa Lucía (en el sur) se convirtieron en zonas marinas protegidas, por lo que la pesca y la recolección pasaron a estar estrictamente controladas o, en algunas zonas, prohibidas por completo. En 1986, el lago de Santa Lucía fue proclamado sitio Ramsar para proteger sus humedales; y en 1990, una zona más amplia se convirtió en el Gran Parque de Santa Lucía. En 1999, tras ser salvado de la explotación de las dunas, el parque fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Así, las 13 zonas de conservación separadas pero contiguas se combinaron bajo un sistema de gestión unificado, y las actividades humanas se restringieron a un tercio de la superficie total y pasaron a estar estrictamente controladas y vigiladas. En 2007 pasó a llamarse Parque del Humedal de iSimangaliso, y en 2019 el parque se amplió aún más. Ahora comprende el 9% de toda la costa sudafricana y es la segunda zona de conservación más grande del país.
Con la llegada del colonialismo, las autoridades blancas convirtieron poco a poco partes de la costa sudafricana en áreas protegidas, sacando forzosamente las comunidades tradicionales de sus tierras.