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Benín:

El desarrollo del no-retorno

En Ouidah, al sur de Benín, comunidades indígenas que vivían de la pesca, el ahumado de pescado, la horticultura y la artesanía fueron desalojadas sin previo aviso para dar paso a un megaproyecto turístico de lujo como parte de un plan nacional para establecer Benín como un destino turístico internacional. Los desalojos han destinado a las comunidades a una precariedad sin precedentes con la destrucción de sus modos de vida y subsistencia. Han destrozado las tierras de cultivo, las viviendas de sus antepasados, los materiales y equipos de pesca, las estructuras para el ahumado del pescado, los emplazamientos para la venta de productos naturales y artesanales, y los lugares de culto y otros bienes personales. Para hacer frente a los desalojos, las comunidades se organizaron en una cooperativa, AMAPECH, mediante la cual no sólo reclamaron indemnizaciones al gobierno beninés, sino que además realizaron un taller de fotografía participativa para contar el conflicto y exponer los impactos de los desalojos desde un relato comunitario. El resultado ha sido un fotolibro colectivo que expone el caso de Ouidah como un ejemplo de los efectos del capitalismo clandestino.

Al sur de Benín, en África Occidental, a unos cuarenta kilómetros de Cotonú, en la franja costera del pueblo de Kouvênanfidé, en el distrito de Djêgbadji, municipio de Ouidah, las comunidades indígenas vivimos desde hace generaciones de la pesca, el ahumado de pescado, la horticultura, la salicultura y la artesanía. Los conocimientos productivos y culturales se han transmitido de generación en generación entre las familias que convivimos en la costa, y hemos mantenido un equilibrio social y medioambiental durante décadas. La pesca y la agricultura nos garantizan una dieta equilibrada, los cocos nos hidratan y refrescan cuando sube la temperatura del mediodía, los cultos y creencias organizan la vida, y las celebraciones con bailes y tambores mantienen el equilibrio social y la riqueza cultural. La región está llena de manglares y la playa es un lugar de anidamiento de las tortugas. Los manglares, que se han ido recuperando lentamente en los últimos años, son un oasis con un ecosistema único.

El 26 octubre de 2021, apenas un año tras la irrupción de la de la emergencia sanitaria global por la COVID-19 y cuando aún había restricciones en todo el país, 4.198 personas que habíamos vivido en esta región durante generaciones fuimos desplazadas a la fuerza para establecer un megaproyecto turístico de lujo. Excavadoras y tractores destruyeron nuestras viviendas y emplazamientos sin previo aviso, sin que pudiésemos salvar sus bienes y sin recibir indemnización justa ni medidas de apoyo adecuadas.

Excavadoras y tractores destruyeron nuestras viviendas y emplazamientos sin previo aviso, sin que pudiésemos salvar sus bienes y sin recibir indemnización justa ni medidas de apoyo adecuadas.

Desde entonces, las comunidades hemos estado sometidas a una precariedad sin precedentes. Hemos perdido las tierras cultivables, las viviendas donde vivieron nuestros antepasados por generaciones, los materiales y equipos de pesca, las estructuras para el ahumado del pescado, los emplazamientos para la venta de productos naturales y artesanales, y los lugares de culto y otros bienes personales. Este último aspecto fue especialmente doloroso en las comunidades, ya que estos lugares personifican nuestro vínculo con la tierra y el territorio, donde descansan los espíritus de los antepasados. Son lugares sagrados, y los que tienen fetiches de culto deben protegerse de la vista del público, puesto que no está permitido verlos sin el consentimiento de los sacerdotes. Ahora, los que no han sido destruidos han quedado al descubierto. A excepción de un caso especialmente significativo, un gran fetiche cerca de la playa, que se dejó en su sitio porque el conductor de la excavadora se negó a obedecer la orden de demolición.

Los desalojos han auspiciado la propagación de enfermedades, han alterado prácticas culturales y religiosas con divinidades profanadas y expuestas a la intemperie, y tumbas ancestrales abandonadas. Los acaparamientos de tierra han roto el tejido social y generado graves consecuencias sociales, con un aumento de la desescolarización, los divorcios y el abandono del hogar familiar. En cuanto al ecosistema de la región, los manglares han quedado parcialmente destruidos por la construcción de un puente para facilitar el acceso al proyecto turístico. La población local llevábamos años trabajando con oenegés ecologistas para restaurar y proteger los manglares. El proyecto turístico afecta a los lugares de puesta de huevos de las tortugas y a las aves migratorias, lo que altera el equilibrio de un ecosistema mucho mayor. Junto con estas organizaciones, las comunidades iniciamos una petición para exigir al gobierno de Benín que no siga adelante con el proyecto.

Desde entonces, las comunidades hemos estado sometidas a una precariedad sin precedentes. Hemos perdido nuestras tierras, vivienda, lugares de culto, equipos de pesca y emplazamientos para la venta de pescado y artesanía.

Demoliciones de casas y sitios espirituales en Ouidah.

Intereses financieros ocultos tras un desarrollo para ricos

El desplazamiento de las comunidades está provocado por un megaproyecto del gobierno beninés para construir un complejo de infraestructuras turísticas, hoteleras y viarias como parte de un plan de acción quinquenal 2021-2026. Uno de los proyectos es el de la  “Marina porte du non-retour” (El puerto de la marina de no retorno), que pretende crear un complejo turístico exclusivo para turistas africanos e internacionales adinerados cerca de la ciudad de Ouidah, a unos 40 km de Cotonú. El gobierno beninés, a través de su agencia de promoción turística, presenta el proyecto como una forma de sacar provecho de la hermosa zona de mar, playa y lagunas, que también es importante desde el punto de vista ecológico e histórico. El proyecto forma parte de una estrategia más amplia del gobierno de Benín para convertir el país en un destino turístico internacional.

Para ello, el gobierno beninés ha confiado la explotación de este complejo hotelero al CLUB MED mediante un contrato de explotación de 20 años, mientras que las comunidades locales no fueron convocadas a un proceso participativo de decisión sobre el desarrollo del lugar que habitan. Las obras de construcción corren a cargo de la empresa china Yunnan Construction and Investments Holding Group (YCIH). Los logotipos de varios bancos chinos y transnacionales se presentan en pancartas alrededor de las obras. Una empresa tunecina, llamada SCET-TUNISIE, está llevando a cabo los estudios de viabilidad y de impacto. Según el sitio web de la empresa, el presupuesto del proyecto asciende a 60 millones de euros y se financia con dinero público.

El desplazamiento de las comunidades está provocado por un megaproyecto del gobierno beninés para construir un complejo de infraestructuras turísticas, hoteleras y viarias.

Por otro lado, este complejo turístico se acompaña con la construcción de un proyecto viario llamado “La route des pêches”, una gran red de carreteras que va de Cotonú a Ouidah bordeando la costa. Los impactos de este proyecto a otras comunidades y pueblos de la región de la costa oeste africana aún son desconocidos.

Este proyecto debe considerarse como parte de un proyecto para ampliar las infraestructuras en África Occidental: el Corredor Abiyán-Lagos, que comprende una autopista de más de 1.000 km construida directamente junto al lugar donde sucedieron los desalojos. La autopista une los principales puertos de cinco países de África Occidental: Lagos (Nigeria), Cotonú (Benín), Lomé (Togo), Accra (Ghana) y Abiyán (Costa de Marfil). Esta autopista está llamada a convertirse en una importante ruta comercial africana y forma parte de las iniciativas encaminadas a acelerar la implantación de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLECA). Además de aumentar el comercio en África (Occidental), el corredor tendrá importantes impactos en los ecosistemas y las comunidades. De hecho, transformará drásticamente el litoral, que probablemente se convertirá en una enorme zona densamente poblada y altamente urbanizada.

El sitio web del Corredor Abiyán-Lagos menciona también como socios a la Unión Económica y MOnetaria de África Occidantal (UEMOA), la agencia de cooperación alemana GIZ, la Agencia de Cooperación y Desarrollo Estadounidense (USAID), y el Grupo del Banco Mundial.

El proyecto de Ouidah forma parte de un megaproyecto para ampliar las infraestructuras en África Occidental: el Corredor Abiyán-Lagos, una carretera de 1.000km que unirá los principales puertos de cinco países.

Relatos comunitarios del desalojo

Del 21 al 27 de noviembre de 2022, realizamos un taller de creación colectiva a través de la fotografía documental en Ouidah en el que participamos miembros de las organizaciones de la Convergencia Global de Luchas por la Tierra y el Agua de África del Oeste (CGLTE-OA en sus siglas en francés), procedentes de Benín, Malí, Burkina Faso, Ghana, Togo y Níger, así como miembros de la cooperativa AMAPECH de Ouidah (Benín). El proceso creativo fue coordinado por miembros de la organización de imagen documental RUIDO Photo (España), miembros de la organización campesina UNICAM SURI-LVC (Argentina) y miembros de la organización de derechos humanos FIAN International.

Para ello, los participantes del taller nos reunimos durante siete días para crear una serie fotográfica que explicara el conflicto y ofreciera un relato comunitario sobre los desalojos y los impactos del megaproyecto turístico. El resultado del taller se plasmó en un fotolibro en el que se exponen las fotografías tomadas por los participantes junto con los relato elaborados por nosotros mismos.

El objetivo era hacer visibles los efectos del capitalismo clandestino mediante un taller de fotografía participativa con las comunidades afectadas y miembros de otras organizaciones sociales.

Tapa Libro Benin

La lucha campesina continúa

Tras los desalojos, numerosas familias afectadas conformamos una cooperativa llamada AMAPECH para organizar nuestros modos de sobrevivir y las necesidades derivadas de los desalojos. A través de una asamblea representada por productores y productoras de artesanías, de sal, de pesca artesanal, de ahumado del pescado, y de horticultura, enfrentamos colectivamente las consecuencias de la puesta en marcha del megaproyecto turístico. Nuestros reclamos se basan en obtener indemnizaciones justas y relocalizaciones para todas las personas desplazadas, pero también queremos alertar de un modelo de desarrollo basado en gigantescos proyectos de inversión financiera que transforman los bienes comunes en manos de las comunidades en un negocio para el beneficio de pocos.