Los campesinos ucranianos no sólo se enfrentan a los daños causados por la guerra; sino también a las corporaciones hambrientas de controlar las productivas tierras ucranianas
Los campesinos ucranianos se llevan la peor parte de la guerra: siendo uno de los principales productores mundiales de cereales para la exportación, la industria agrícola se enfrenta a los daños causados por el conflicto en infraestructuras clave. Mientras tanto, los campesinos resisten la invasión rusa y siguen alimentando a la población mientras se lanzan las bombas. Además, la guerra ha puesto de manifiesto fallos estructurales en los sistemas alimentarios y la distribución de la tierra. Desde 2008, Ucrania está en la mira de los especuladores. En la actualidad, los agropecuarios controlan el 29% de las tierras agrícolas del país y la mayoría de los inversores extranjeros tienen sus empresas registradas en paraísos fiscales. La guerra y los conflictos pueden crear oportunidades para los inversores, ya que las tierras se abandonan, los certificados de propiedad se roban y el país devastado se encuentra con la necesidad de capital extranjero para recuperarse. Por lo tanto, durante la reconstrucción, será fundamental regular y controlar el mercado de la tierra para evitar una mayor concentración. Las Directrices de Tenencia pueden ser una herramienta clave en este sentido, ya que también pueden ayudar a sentar las bases para una transición hacia una distribución de la tierra y unos sistemas alimentarios justos y equitativos.
En toda Ucrania, granero de Europa y del mundo, los agricultores están soportando la peor parte de la invasión rusa: sufren consecuencias devastadoras en sus campos y algunos luchan en el frente. Los campos de trigo están siendo quemados, las granjas ocupadas, los equipos robados o dañados, los silos y las refinerías voladas, las cosechas confiscadas, las propiedades incautadas, las carreteras y los puertos bloqueados, y los agricultores acusados de ser espías. Algunos agricultores han perdido a sus hijos, familiares y amigos. Otros no han tenido más remedio que huir, dejando atrás sus tierras y granjas para salvar sus vidas, como Yevguén y su familia.
Los campesinos que se han quedado en Ucrania se enfrentan a obstáculos para recoger la cosecha de este año, y la mayor parte de ella se ha visto gravemente comprometida. Alrededor del 30% de las tierras cultivables serán imposibles de cosechar esta temporada porque están sembradas de cohetes, munición y artillería, mientras la guerra continúa. Las estimaciones indican que se tardará entre cinco y ocho años en desminar las zonas afectadas, pero el problema es si esta tierra volverá a ser segura para el cultivo de alimentos en los próximos años o décadas. Además, la guerra tendrá un impacto duradero en el medio ambiente. A principios de noviembre de 2022, la ONG Ecoaction ha documentado 685 actos de agresión que suponen un riesgo potencial de efectos negativos para el medio ambiente, como daños en centrales nucleares e instalaciones de almacenamiento de residuos peligrosos que pueden causar contaminación química, además de otros problemas potenciales.
La forma en que se llevará a cabo la conservación y el recultivo será una cuestión clave después de la guerra. Los agricultores se preguntan si se compensarán las pérdidas apoyando a las familias de los agricultores y mediante una reforma de redistribución de la tierra. Existe el riesgo de convertir otras regiones del país en tierras de cultivo en un territorio en el que el porcentaje de tierra para la agricultura ya está lejos de ser razonable en términos de equilibrio agroecológico.
Alrededor del 30% de la tierra cultivable será imposible de cosechar porque está llena de artillería, pero la pregunta es si en unos años será seguro volver a cultivar en esta tierra
Los agricultores también tienen problemas para comprar fertilizantes y gas para los equipos y enviar sus productos al mercado, especialmente para la exportación, mientras que el precio del grano en el mercado local y nacional es considerablemente inferior al de la exportación. Muchos agricultores perderán sus inversiones de todo este año. Los campesinos de la Ucrania ocupada se ven obligados a recoger y vender sus cosechas a las tropas rusas a precios excepcionalmente bajos y algunos se sienten presionados a negociar con los ocupantes para sobrevivir. También se han registrado casos de robo de grano en los territorios ocupados. Otros agricultores, sin embargo, resisten incansablemente la invasión rusa y trabajan en la sombra, en medio de las bombas, para seguir alimentando a la población ucraniana. Antes de la guerra, los pequeños agricultores cultivaban hasta el 98% de la cosecha total de patatas del país, el 86% de las verduras, el 85% de las frutas y el 81% de la leche.
“[Los pequeños agricultores] son muy influyentes sobre el terreno y muy patrióticos”, dice Mykhailo Amosov, del Centro de Iniciativas Medioambientales Ecoaction, una organización medioambiental que apoya a los campesinos. “Históricamente, los agricultores locales han formado parte de la resistencia de este país. Son responsables de la soberanía alimentaria y de la liberación de su pueblo”. Amosov también afirma que Rusia está atacando deliberadamente los campos ucranianos y las infraestructuras agrícolas para disminuir la enorme capacidad agrícola de Ucrania. La agricultura industrial a gran escala se está llevando la peor parte de la guerra: los principales daños han afectado a las grandes infraestructuras necesarias para la producción de alimentos. Mientras tanto, “los pequeños agricultores son más difíciles de atacar porque están más dispersos”, explica Amosov.
Se espera que la producción de trigo sea al menos un 35% menor en 2022, según el análisis de datos de Kayrros. El Departamento de Agricultura de EE.UU. prevé que las exportaciones de trigo se reduzcan casi a la mitad y que la producción de girasol también disminuya drásticamente, lo que hará que Ucrania deje de ser el primer productor mundial de girasol desde 2008/2009. La Escuela de Economía de Kiev calcula que el coste de la guerra para la industria agrícola ucraniana es de unos 4.300 millones de dólares, y la FAO calcula 6.400 millones de dólares.
Pero, ¿cómo se ha convertido Ucrania en un productor industrial de alimentos tan masivo?