Las comunidades campesinas de Tukdana en la provincia de Indramayu, una región situada al noroeste de Yakarta (Java, Indonesia), se enfrentan a continuos actos de violencia y amenazas por parte de una empresa estatal azucarera. En 2019, la empresa obligó a los campesinos a aceptar un acuerdo de asociación para plantar caña de azúcar, al que muchos se opusieron. SPI, la organización campesina más grande del país, llegó en 2021 a la región para apoyar la lucha campesina, organizarlos y resistir mediante la ocupación y el cultivo de la tierra. Como parte de la resistencia, se realizó un taller de comunicación participativa con 15 jóvenes activistas de la región y formadores internacionales para crear materiales comunicativos y así poderse apropiar de la narrativa del conflicto desde una perspectiva de lucha campesina.
Indonesia:
Tierra para las comunidades

Une agricultrice récolte les produits de la terre.
Desde 2021, las comunidades campesinas de Tukdana en la provincia de Indramayu, una región situada al noroeste de Yakarta (Indonesia), se enfrentan a continuos actos de violencia y amenazas por parte de la fábrica azucarera PG Rajawali II, filial de la empresa estatal PT Rajawali Nusantara Indonesia (PT-RNI), quien compra a la policía y usa a sus empleados para atacar a los campesinos. Desde hace años, los miembros de Serikat Petani Indonesia (SPI), la mayor organización campesina del país y miembro de La Vía Campesina, ocupan las tierras que lindan con la empresa azucarera. En ellas cultivan arroz, hortalizas y árboles frutales, crían ovejas y realizan otras actividades económicas para sobrevivir. Cultivar la tierra desocupada es una de las formas de resistencia campesina.
En 2019, algunos de los y las campesinas decidieron resistir abiertamente los planes de la empresa azucarera de imponer un acuerdo de asociación que los obligaba a plantar caña de azúcar para la empresa. Por ello fueron acosados, sus casas quemadas, y sus campos de cultivo y árboles de mango, arrancados de raíz. “Aquí plantábamos arroz, en un inicio nos sentíamos seguros, pero al cabo de dos años nos empezaron a increpar. Nos acosan todos los años, incluso nuestra tierra es destrozada a menudo. Los árboles de mango que llevan cinco años dando frutos han sido derribados”, explica Mr. Damar, líder campesino.
El monocultivo de la caña de azúcar no les permite llegar a fin de mes ni cubrir sus necesidades básicas ya que solo tiene una cosecha al año y la mayor parte de los beneficios se los queda la empresa. De hecho, algunos de los campesinos que aceptaron el acuerdo con la empresa se han visto atrapados en un mar de deudas. Además, el no poder plantar su propia cosecha ni obtener otros alimentos del campo limita su soberanía alimentaria.
Los y las campesinas que decidieron resistir abiertamente los planes de la empresa estatal azucarera han sido acosados, sus casas quemadas, y sus tierras destrozadas.

Miembros del SPI Indramayu se reúnen en una de sus bases.
El conflicto por la tierra se remonta al año 1976, cuando el Ministerio de Agricultura declaró tierras productivas las 12.000 hectáreas de tierra consideradas como zona forestal. Esto lo hizo mediante un intercambio con el Ministerio Forestal, a quien tenía que entregar otras 12.000 hectáreas de tierras en la misma provincia para considerarlas forestales.
Entonces, el Ministerio de Agricultura ofreció las nuevas tierras a una empresa estatal llamada PTP, quien empezó a desalojar a las comunidades campesinas para establecer una fábrica de azúcar, como parte de un plan nacional para que Indonesia no tuviera que importar azúcar. Algunos de los campesinos decidieron migrar, otros optaron por trabajar para la empresa azucarera, y otros por resistir.
En 1996, la fábrica fue adquirida por la empresa estatal PT Rajawali Nusantara Indonesia (RNI), quien hoy en día tiene diez fábricas azucareras y 15 empresas filiales mediante las cuales opera en la agroindustria, la industria farmacéutica, y la distribución y comercio de productos. Así pues, la empresa, aunque es propiedad del Estado indonesio, actúa de la misma forma que una empresa privada que compite en un sistema capitalista globalizado. Sus acciones tienen un fuerte impacto en el ecosistema de la región y vulneran constantemente los derechos de las comunidades campesinas en nombre del “desarrollo nacional”.
En 1976, el gobierno ofreció tierras consideradas forestales a la empresa estatal PTP para establecer una fábrica de azúcar. En esas tierras vivían comunidades campesinas: algunos decidieron migrar, otros trabajar para la fábrica, y otros resistir.
Algunos de los campesinos que se quedaron resistieron ocupando la tierra.
Por esta razón, y ante el desamparo de las comunidades, en 2021 SPI estableció una sede en Indramayu y empezó a organizar a los campesinos para ocupar la tierra y resistir la compañía. La empresa respondió asociándose con los empleados y otros campesinos sin tierra que actuaron en su nombre para recuperar el control sobre la tierra y crear tensiones dentro de las comunidades. En julio de 2022, 12 campesinos fueron arrestados después de violentos enfrentamientos entre miembros del SPI y los empleados de la empresa, que acabaron con dos personas muertas.
Actualmente, SPI Indramayu tiene 630 miembros y entre todos cultivan 430 hectáreas de tierra. Además de la ocupación de tierras en desuso y la promoción de cultivos agroecológicos, SPI empezó una batalla legal para que se invalidara el acuerdo de 1976 entre el Ministerio de Agricultura y el Ministerio Forestal, ya que el primero nunca concedió tierras alternativas como parte del intercambio. Esto permitiría a los campesinos obtener su derecho sobre la tierra y el permiso legal para cultivarla dentro del plan nacional de reforma agraria.
SPI Indramayu tiene 630 miembros y entre todos cultivan 430 hectáreas de tierra en desuso mediante procesos agroecológicos. También han iniciado una batalla legal para obtener sus derechos sobre la tierra.

Un campesino descansa en su chabola hecha de materiales que ha recolectado.
Apropiarse de la narrativa del conflicto
En septiembre de 2023, SPI organizó un taller de fotografía y video participativo con el apoyo de La Vía Campesina, FIAN International y el Grupo de Trabajo Tierra, Bosques, Agua y Territorios del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (GT-CIP). El objetivo del taller era capacitar a jóvenes activistas de la región asociados a SPI para que ellos mismos pudieran explicar la historia sobre el conflicto y apropiarse de la narrativa. Hasta entonces, los medios de comunicación nacionales y regionales habían dado una imagen falsa de las comunidades campesinas como los causantes e instigadores del conflicto, además de tacharlas de comunistas.
El taller fue ofrecido por la Asociación MiRu (Mirada Rummiant) de Barcelona, España, especializada en procesos educativos y comunicación participativa, y la agencia de comunicación argentina Hornero.dig. Durante 10 días, 4 personas formadoras y un grupo de 15 jóvenes de distintas regiones de la isla de Java, Indonesia, se reunieron en Indramayu para hacer posible la co-creación de los materiales que explicara el conflicto de la zona desde una mirada campesina.
Los primeros tres días se dedicaron a compartir los conocimientos necesarios para la realización de los contenidos, idear y conceptualizar los productos comunicativos, y establecer el enfoque temático y los formatos que podrían comunicar mejor la historia colectiva. Así se establecieron tres grupos de trabajo para crear contenidos para tres formatos distintos. Foto-reportaje narrativo para Instagram, Facebook y estados de Whatsapp; videos para TikTok y un video corto documental para Youtube.
SPI organizó un taller de fotografía y video participativo para capacitar a jóvenes activistas de la región para que ellos mismos pudieran explicar su historia así apropiarse de la narrativa del conflicto
Jóvenes activistas indonesios creando los materiales comunicativos para redes.
Durante los siguientes días, los grupos de trabajo fueron a la zona del conflicto para tomar fotos, registrar entrevistas y grabar videos. La comunidad y el equipo trabajaron para generar confianza, asegurándose de que las personas de la comunidad que aparecían en las imágenes se sintieran cómodas. Se compartieron comidas y momentos de ocio para conocerse mejor entre todos y todas.
Una vez de vuelta a Indramayu, los participantes y formadores se dedicaron a seleccionar, editar y montar los materiales para generar los productos comunicativos. Los grupos trabajaron durante horas para poder finalizar algunos de los materiales antes de acabar el taller y poderlos mostrar a los representantes de SPI. También se conceptualizó una identidad visual y se hizo un proceso para diseñar el logo de la campaña de forma colectiva, con seis propuestas por grupos que fueron votadas por todos los participantes y representantes de SPI.
En esa sesión plenaria también se presentaron los resultados finales que se habían podido elaborar en los 10 días. De esta forma se pudieron recoger todos los comentarios y sugerencias para que los contenidos estuvieran alineados con la estrategia de la organización y fueran representativos del conflicto y de las comunidades campesinas. El objetivo era que SPI y las comunidades pudieran usar estos materiales en su comunicación en redes sociales para visibilizar el conflicto y reclamar reparaciones al gobierno indonesio.
Se realizaron tres grupos de trabajo que fueron a la zona del conflicto para tomar fotos, registrar entrevistas y grabar videos. Trabajaron para generar confianza con la comunidad y compartieron momentos de ocio.

Jóvenes activistas de la región de Java aprenden a usar la cámara.
Fotografías, videos y documentales para la lucha campesina
Una vez finalizado el taller, los participantes y el grupo de formadores trabajaron durante los meses siguientes en línea para acabar de editar los materiales y pulir todos los detalles.
Para las series fotográficas, se generaron cuatro narrativas fotográficas con cuatro temáticas distintivas que representan la vida y la lucha campesina:
- Diversificar: la diversificación de cultivos es una forma de combatir la industria agrícola del monocultivo y garantizar la soberanía alimentaria de las comunidades)
- Organizarse: la creación de cooperativas, sindicatos agrícolas y organizaciones campesinas permite a los y las campesinas crear alternativas de producción y reducir su dependencia al mercado y a las grandes empresas capitalistas.
- Redistribuir: la redistribución de la tierra a campesinos sin tierra es una medida clave y necesaria para eliminar las desigualdades en el campo y contribuir a la justicia global.
- Laburar y resistir: trabajar y ocupar la tierra de forma ancestral es un modo de vida y de resistencia.
Estas narrativas se publicaron en las redes sociales de SPI.
Por su parte, el corto documental de 10 min de duración se creó para ofrecer una mirada más profunda sobre el conflicto, con testimonios directos de los campesinos afectados y una producción en tiempo récord.
Los tres videos o reels para Tiktok o Instagram, de unos 46 segundos cada uno, se usaron para hablar de otras temáticas que se superponen al conflicto por la tierra, como la contaminación del aire y del suelo a causa de las operaciones de la empresa azucarera, el relevo generacional por parte de los jóvenes campesinos, y el trabajo invisibilizado de las mujeres campesinas. Se usó un lenguaje más jovial y divertido para atraer a una audiencia más joven y así fomentar la agricultura como algo atractivo e indispensable para la sociedad.
Los resultados han sido verdaderamente excepcionales y se espera que el proceso metodológico pueda ser apropiado por otras organizaciones campesinas para poder crear sus propias narrativas de lucha campesina.